lunes, 21 de julio de 2008

El auge de los antivalores (Parte 1)

Esto que pondré a continuación es la primera parte de un artículo que encontré en el periódico, pues la verdad me pareció muy interesante el articulo por completo; debido a la limitada memoria del blogger, pues lo dividiré en partes, aquí la primera (extraído de El sol de Tampico, con fecha de Domingo 6 de Julio de 2008, escrito originalmente por Alma Chávez Guth):

Hace más de tres años, el 18 de abril del 2005, estábamos en el Panteón Recinto de la Paz en Guadalajara enterrando a mi sobrina Marisol de 20 años de edad.

Un día antes Marisol había muerto en un accidente automovilístico provocado por un conductor ebrio.

Era una jovencita con muchos deseos de vivir. Murió, como mueren hoy miles de jóvenes, producto de la sinrazón.

Recuerdo ese día como el peor de mi vida pues Marisol era también m ahijada y la separación de sus padres la había llevado a vivir conmigo un tiempo lo que la convirtió prácticamente en mi hija.

A Marisol, mis hijas la consideraban su hermanita mayor.

Se nos fue y al paso del tiempo, mitigamos el dolor, ante la perdida y la ausencia de un ser querido que partió antes de tiempo.

Días antes, el 2 de abril del 2005, había muerto uno de los principales líderes que la humanidad ha tenido, el papa Juan Pablo II, quién había manifestado siempre su preocupación por la juventud la cuál, desafortunadamente, vive inmersa en el consumismo, el hedonismo y el materialismo producto de la gran influencia de los medios masivos de comunicación y de la falta de supervisión de los padres de hoy lo que los lleva a un vacío moral.

En estos tiempos todos escuchamos hablar del alto índice de alcoholismo, adicciones, embarazo adolescente, suicidios, violencia y delincuencia que existe en todos lados, situaciones de las que, desafortunadamente, nadie está exento.

Todo eso sucede cuando se registran los grandes avances de la humanidad, en la era global. Le llaman "la revolución del conocimiento", de las telecomunicaciones. La del internet, la de los ipod, iphone, los celulares de última generación y todo ese gran avance tecnológico que nada más nos ha venido a cambiar la vida, sino a traernos tanto trastornos.

Por supuesto que no estoy en contra de la modernidad. Ni de tener a mis hijas encerradas. Tienen derecho a divertirse, como jóvenes que quieren divertirse, ir a fiestas, al antro, como les llaman hoy a la disco de nuestro tiempo.

Los padres de familia, las autoridades, los maestros y los líderes espirituales vemos con desesperación cómo esta situación se nos ha salido de las manos.

Las instituciones tradicionales están en crisis. No han tenido la capacidad de dar respuesta a los problemas que hoy nos enfrentamos.

Recuerdo una frase que me dijo Gabriel mi esposo el día en que Marisol murió: "Alma, no estamos haciendo nada para protegerlos".

Efectivamente, los padres de hoy, los principales responsables de las nuevas generaciones, no estamos haciendo bien nuestra tarea.

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